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sábado, 11 de diciembre de 2010

El caso Chillida-Leku


"Un día soñé una utopía: encontrar un espacio donde pudieran descansar mis esculturas y que la gente caminara entre ellas como por un bosque".

Estas las palabras con las cuales Eduardo Chillida describía su idea de museo, realidad hoy puesta a prueba de los efectos de la crisis económica que ha afectado toda España.

La familia del gran escultor, que después de su muerte se encargó de la gestión del museo, ha anunciado el cierre a partir del 1º de enero de 2011, mediante un comunicado en su página. Esta decisión ha sido motivada, según ha subrayado la familia del artista en una nota, por la situación de déficit recurrente que "se ha visto agravada por la crisis económica general, disparando las cifras deficitarias a niveles insostenibles desde la perspectiva de una iniciativa privada".


Desde su inauguración en 2000, tras 17 años de realización, 810.000 personas han visitado el museo, lo que hace de Chillida-Leku el primer museo de arte de Guipúzcoa en número de visitantes y lo sitúa, a este respecto así como por el alto grado de valoración reflejado en las encuestas periódicas realizadas, entre los cuatro principales del País Vasco. Las esculturas de Chillida llegaron a ser emblema y símbolo de las tierras vascas, como ocurre por ejemplo en San Sebastián con la obra titulada El peine de los vientos.


En los últimos meses se han mantenido las negociaciones con las instituciones -Gobierno Vasco, Diputación Foral y Ayuntamiento donostiarra-, pero de momento no se ha llegado a ningún acuerdo. Una de las trabas para una mayor implicación es que se trata de un museo gestión de privada y por lo tanto las formas de inyectar recursos públicos son más complicadas. El año pasado ya se aportaron algunas cantidades para ayudar a paliar el déficit de explotación.


A la Diputación, que este año ha aportado al museo 40.000 euros a través del departamento de Deportes y Acción Exterior, propusieron que acudiera en su rescate con una propuesta que ya se había planteado en la anterior legislatura y que pasaba por asumir el déficit. Pasaba por crear una especie de fundación en la que desde el punto de vista patrimonial la última palabra la tendría la familia, y los patronos institucionales asumirían los números rojos. Desde el departamento de Cultura, se contempló esa posibilidad, pero como contrapartida solicitaban la cesión de algunas obras al patrimonio artístico guipuzcoano, a lo que los Chillida se han negado.


El Gobierno Vasco, que ya había destinado 100.000 euros en el museo Chillida, ha sido otra de las puertas a las que se ha llamado y con el departamento de Blanca Urgell se mantiene una relación permanente, con estudios de viabilidad incluidos, para encontrar soluciones para subvencionar el déficit.


El Ayuntamiento donostiarra también ha hablado con la familia Chillida en varias ocasiones, aunque en este caso su relación no es tan directa porque el museo no se encuentra en el término municipal de San Sebastián, aunque desde un punto de vista de proyección internacional es el lugar donde se ubica y si se cerrara perdería no solo Hernani sino todo el territorio y por extensión todo el País Vasco.


Las causas de una situación tan crítica se pueden encontrar si en la general crisis económica, pero también en los aspectos organizativos del museo. A raíz del problema, un modelo de gestión de carácter familiar y poco objetivo. La figura prestigiosa, única e internacionalmente reconocida del escultor Eduardo Chillida es el único punto fuerte de la estrategia, que carece desde un punto de vista funcional. La gestión de un espacio de tales dimensiones (12 hectáreas de terreno y un caserón del siglo XX) implica unos gastos fijos de mantenimiento y de personal considerables. Por eso no se puede trascender de una planificación específica, ponderada y a largo plazo que considere opciones de financiación no totalmente dependientes de donativos regionales o estatales.


Durante los últimos dos años se había registrado un descenso de las visitas anuales de unas 80.000 a unas 60.000 personas. A pesar de este dato, el museo permaneció abierto todos los días de la semana durante todo el día. La abertura de un espacio complementario en Legazpi gracias a la Fundación Lenbur, en el pasado mes de julio, tampoco ayudó a mejorar la situación.


Varias son las fórmulas en las que se está trabajando, pero casi todas pasan por el cierre, aunque todavía no está decidido si sería definitivo o temporal. Esta última posibilidad es, al parecer, la que tiene más peso. Se contempla también una fórmula similar a la que tiene, por ejemplo, la Casa Museo Zuloaga en Zumaia, que abre a demanda con visitas concertadas. Así, Chillida Leku podría cerrar los meses de invierno y abrir primavera y verano, cuando el tiempo está un poco más garantizado y las horas de luz permiten alargar las visitas. Un cambio en el modelo de gestión será fundamental. Al escaso apoyo institucional, se contrapone la respuesta positiva del público: la noticia de la situación deficitaria que atraviesa el museo ha sido el detonante para que muchos hayan decidido visitar por primera vez las campas de Zabalaga, apoyando y ayudando la institución.





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