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lunes, 13 de diciembre de 2010

EL VALOR ECONÓMICO DEL ESPAÑOL


El español es la cuarta lengua con mayor peso demográfico, si bien la segunda como instrumento de comunicación, contando cada vez con más solicitudes de aprendizaje. La globalización y las corrientes migratorias han ampliado las fronteras del español, que ahora tiene el reto de estabilizarse como segunda lengua del planeta.

Pero, ¿puede un idioma tener valor económico?, ¿cómo puede medirse?, ¿cuánto vale?, ¿vale igual una lengua que otra?

La lengua tiene una naturaleza económica poliédrica que impide medir con exactitud ese valor. Para entender ese valor intangible de la lengua, los autores del estudio Economía del español, una introducción (José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez) han propuesto los rasgos que la caracterizan como recurso económico: se trata de un bien no apropiable, sin coste de producción, que no se agota con su uso, con coste único de acceso y con un valor que se incrementa con el número de usuarios.

Con anterioridad, el profesor Ángel Martín Municio (2003) se atrevió a situar el valor del español en el 15% del PIB nacional, sumando todas las actividades relacionadas con la lengua. Una cuenta que resultaba de considerar al idioma como un input que se incorporaba a todos los bienes y servicios finales producidos en España.

Ante la pregunta de si vale lo mismo una lengua que otra, los autores llegan a la conclusión de que el español -en términos relativos y en razón de su internacionalidad- vale mucho más que otros idiomas, situándose -probablemente- en segundo lugar después del inglés.

Pero el buen estado de salud del español no debe hacer olvidar una serie de debilidades manifiestas, como es el bajo uso en los intercambios diplomáticos, en los estudios científicos y en la Red.

Parece evidente, pues, que el español constituye un recurso fundamental de un valor económico innegable, con una potencialidad altísima relativamente independiente de coyunturas económicas negativas como la actual. Pero también parece indudable que existen unas debilidades que por el momento no han sido combatidas, o al menos no se han afrontado adecuadamente. Sintetizando, y en palabras del literato Antonio Muñoz Molina “su peso demográfico no se corresponde ni de lejos con su importancia cultural, de modo que a la buena noticia sobre su pujanza y sobre la demanda de su aprendizaje debe contraponerse un cierto escepticismo sobre su futura relevancia social, cultural e incluso política”. Éste es uno de los retos principales a los que, a mi juicio, se enfrenta el español: la defensa de la lengua castellana como lengua -esencialmente- de cultura y no tanto como lengua hablada (o demandada) por millones de personas en el mundo. O como sostiene el mexicano Jorge Volpi: “la solidez del habla viene de su peso cultural, no de las cifras”.

Referencias:
- "El español, un filón huérfano de prestigio", El País, 31/12/2008
- "El valor económico de un idioma redondo", El País, Babelia, 27/02/2010
- "El español cotiza en bolsa", El País, 20/11/2010
- "¿Es tan potente el español?", El País, 30/11/2010

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