Aún no han quedado atrás los sistemas de producción en cadena – y no me refiero sólo de bienes materiales - ni la prevalencia del patrimonio inmueble en la economía española, compañera de viaje de la mundial. No obstante, poco a poco, la denominada “economía creativa” comienza a ponerse en marcha en nuestro país y la plataforma Disonancias es una buena referencia para acercarnos a ella.
Disonancias.com fue creada en el año 2005 por el Grupo Xabide, un grupo empresarial vasco dedicado al campo de la gestión cultural. Se trata de una plataforma que sirve de punto de encuentro entre empresas y artistas. En ella, empresas de diversos sectores y creadores multidisciplinares se reúnen en torno a una mesa de trabajo para reflexionar, crear o poner en marcha proyectos que responden a dos objetivos, creatividad e innovación.
Su cartera de clientes se compone tanto de instituciones públicas y empresas privadas como de colectivos artísticos o creadores individuales. Por ejemplo, un estudio de arquitectura puede acceder a Disonancias para encontrar un diseñador que les ofrezca soluciones innovadoras para su próximo proyecto de urbanismo. Por otra parte, un artista puede acercarse a este portal para buscar el apoyo de alguna empresa que trabaje con o sobre los materiales que necesita para su futura creación.
La interacción entre empresa y cultura brinda nuevas perspectivas para desarrollar un modelo empresarial. Disonancias ofrece tres opciones de colaboración entre empresa y artista así como diferentes maneras de explotar los resultados, incluido el copyleft. La sociedad actual exige flexibilidad y nuevas alternativas ante el constante cambio y la impronta de las tecnologías de la información, por lo que Disonancias deja a elección del cliente el uso del producto obtenido, es decir, los frutos de ese laboratorio de ideas y de las investigaciones desarrolladas mano a mano con el proveedor.
Sin duda alguna, los recursos con los que cuenta esta plataforma que apoya a aquellos que quieren ser pioneros, son intangibles. El mayor capital de esta iniciativa es humano y circula por las neuronas. Nuevos espacios de trabajo, originales dinámicas de grupo, entornos creativos, soluciones artísticas a problemas tecnológicos, tecnología que ayuda a expresarse artísticamente…
Los objetivos se están cumpliendo, el diálogo entre estos emprendedores de una u otra rama está dando lugar a objetos difícilmente replicables, es decir, originales y competitivos; pero también a valores y actitudes que fomentan otro tipo de cultura empresarial. Nos encontramos ante una iniciativa nada disonante con esa responsabilidad social que deben cumplir las empresas, ésa que tan poco nos suena.
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