Como la mayoría de los países, Brasil también padece el dominio del producto importado de Estados Unidos. Porque en la industria cinematográfica Internacional el 80% del PIB mundial de cine pertenece a los estadounidenses. Hay que considerar, también, que este producto cinematográfico entra en los países sin tasas de importación, por ser clasificado como una obra intelectual y, de esa manera, no acarrean ningún coste, salvo la propia exhibición.
Esos son algunos de los factores que llevan a la industria de cine brasileña a encontrar barreras de producción, distribución y exhibición. Otro factor es el hecho que en Brasil hay un mercado muy concentrado, con el monopolio de las grandes productoras y distribuidoras. Por ejemplo, la distribución de películas norteamericanas se hacen básicamente a través de cuatro grandes empresas: Fox, Uip, Columbia y Warner.
Con el pasar de los años, se ha podido ver una gran caída en el porcentaje de producción del cine nacional. Desde 1970 hasta el inicio de los 80, el cine nacional ocupó el 30% del mercado interno. En los años 90, tuvo lugar una depreciación muy grande que llevó a la desaparición de la actividad. Solo a partir del 2000, con la creación de leyes de incentivo a la producción de cine y a la producción cultural (Ley del Audiovisual y Ley Roaunet), se empezó a ver un resurgimiento de la actividad, con un 10% en ese año, un 25% en 2003, un 15% en 2004 y solo un 10% en 2005. Es decir, la industria cinematográfica, es todavía inestable en cuanto a su producción, ya que no consigue, con los años, llegar a más del 25% del mercado interno.
Esos índices están lejos de representar un crecimiento del sector, para así llevar a su autosostenibilidad, pero en comparación con el mercado mundial, el sector no está muy mal situado. Brasil es el décimo mercado cinematográfico en cuanto a recaudación y el séptimo en cuanto a público. Resultado que podría ser mejor si hubiese más salas de cine en el país.
En los años 90, cuando Brasil tenía un poco más de mil salas de exhibición, en comparación con las tres mil que tenía en los 70, la industria del cine comenzó a mostrar señales de recuperación con la entrada de las multisalas por las operadoras extranjeras. Esa entrada produjo un aumento de la competencia, obligando a las empresas que sobrevivieron a modernizarse para poder formar parte de ese mercado.
Ese proceso llevó a la recuperación del sector nacional que hoy cuenta aproximadamente con una sala de cine por cada 105 mil habitantes (Estados Unidos tiene una por cada 10 mil y Argentina una por cada 40 mil habitantes) la mayoría de ellas en las ciudades con más de 400.000 habitantes. En cuanto a la geografía del sector cinematográfico brasileiro, hay una concentración en los estados del sudeste, principalmente en Río de Janeiro con el 70% de la captación, 66% de las películas y el 68% del público) y São Paulo (con el 26% de captación, 29% de las películas y el 68% del público nacional.
Fuente: Ministério da Cultura; articulo “O potencial da indústria cinematográfica no Brasil” de André Klotzel; y Plano Nacional de Cultura:Estudo sobre a indústria cinematográfica brasileira.
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